Fuente: El Universal
Lugar de la fuente: México
URL: http://www.eluniversal.com.mx
Jorge Pinto Mazal
Esta industria, al igual que la de la música, cine y otros medios de comunicación, ha estado sujeta a una gran presión por parte de nuevos competidores como Amazon, Apple y Google
2009-11-20
Los nuevos formatos electrónicos, modelos de producción y distribución de libros de estos competidores han creado nuevos y rentables mercados, fragmentando al mismo tiempo un modelo de negocios que hasta hace unos años era relativamente homogéneo y seguro.
No hay duda que la industria editorial tradicional no fue capaz de entender los cambios tecnológicos y los nuevos formatos digitales, ya que les parecía que la divulgación de contenidos estaba reservada al libro tradicional.
El conocido experto en empresas de medios Ken Auletta en su último libro Googled: el fin del mundo como lo conocemos resalta la enorme importancia adquirida en el mundo editorial por la citada empresa de búsquedas por internet, que no se debe a la genialidad de sus fundadores, sino a la falta de visión y la arrogancia de los ejecutivos de las grandes casas editoriales que no supieron apreciar cómo la velocidad y los atributos del internet los “despojaba” de un mercado aparentemente protegido que habían dominado por décadas.
El debate sobre el futuro de la lectura, el libro y la industria editorial no es nuevo, pero la llegada del Kindle, la creciente popularidad del iPhone como lector de libros, de iTunes como una nueva plataforma de distribución de material de lectura y finalmente la digitalización masiva de libros por parte de Google, hacen nuevamente relevante el tema.
Umberto Eco en dos importantes ensayos publicados en 1994 y 1996 hacía referencia al reto que enfrentaba desde esa época la industria tradicional del libro, ya que las computadoras personales y el internet ofrecían nuevas formas de comunicar a través de textos, hipertextos e imágenes, transformado la experiencia de leer.
En esas conferencias Umberto Eco habla también de una nueva generación de jóvenes lectores “que son capaces de absorber contenidos, leer y escribir a gran velocidad de manera no siempre lineal” en pantallas de todo tipo y tamaño (actualmente los jóvenes a los que se refería Umberto Eco tienen ya casi 40 años de edad). Presentando una visón optimista del futuro, el autor de El Nombre de la Rosa”, señalaba que la llegada de la tecnología de ninguna manera implicaba la “decadencia de la literatura” sino que con el advenimiento de nuevas formas de producción y transmisión de conocimientos, “el concepto de literatura se amplía y comprende muchos medios” y no sólo al libro tradicional.
Mucho antes de la popularización del libro electrónico y la llegada de Google, Amazon y otras empresas a la industria editorial, ésta se transforma radicalmente a partir de los años 80 como resultado de un intenso proceso de consolidación basado en fusiones y adquisiciones, como fue la venta del grupo Random House al gigante alemán Bertelsmann, la compra que hizo Rupert Murdoch de HarperCollins, y la adquisición del gigante Viacom de Simon & Schuster (ahora parte de la cadena de televisión CBS).
Para muchos analistas esa etapa fue presentada como el fin de la independencia editorial y de un modelo de negocios basado en las relaciones cercanas que dueños de las editoriales y sus editores establecían con los escritores como fue el caso de la desaparecida Scribner que descubre a Hemingway y Scott Fitzgerald o Macmillian cuya historia narra con gran elocuencia el autor inglés Charles Morgan. No hay duda que en los grandes conglomerados la pasión por los libros y la influencia de autores y editores se ha visto mermada por la presión de reducir costos e incrementar los rendimientos. Para ilustrar el deterioro que sufre el rol de los editores en los grandes conglomerados y su relación con los autores, vale la pena leer un reciente artículo publicado por la revista literaria New Yorker, con el título “Marketing Plan”, caricaturizando la devaluada labor de los funcionarios de las editoriales, la escasez de recursos y la carga que tienen los autores para promover sus libros.
No todas son malas noticias para la industria del libro, ya que las plataformas que ofrecen empresas como Apple, Amazon, Sony y Google apoyan el desarrollo de nuevos modelos que facilitan el desarrollo y creación de pequeñas prensas independientes que hoy representan en Estados Unidos más de 25% del mercado y que, como en el pasado, mantienen fuertes vínculos con autores y lectores. Esas empresas aprovechan las ventajas de las nuevas tecnologías para distribuir y producir libros sin cargar con onerosos costos típicos de las mega estructuras. Ken Auletta en el libro antes mencionado nos da una idea de lo que será la nueva industria de medios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario