Fuente: El correo digital
URL: http://www.elcorreodigital.com
País: España
20.12.2009
- Ante la creciente demanda de obras digitales, diversas compañías desarrollan sus propios 'eReaders' a pasos agigantados
- El libro digital se ha convertido en el regalo estrella de estas navidades, impulsado por un mercado editorial que en cinco años quiere vender tres millones de obras en España en este formato
Ya nadie duda, a estas alturas, de que 2010 será el año del libro electrónico o eBook. Tras la llegada a España del 'Kindle', el 'eBook reader' de la tienda online Amazon, otros muchos fabricantes han presentado sus propuestas, que irán llegando a las tiendas a medida que vayamos entrando en el nuevo año. Pero los 'eReaders' no son nada sin libros que los llenen. En este sentido, el pasado martes el Ministerio de Cultura atendió la recomendación de la Unión Europea y las peticiones del gremio de editores y fijó el IVA del libro electrónico en el 4%, la misma cuantía que grava los libros convencionales. La medida supondrá un gran impulso para la universalización del libro electrónico como formato complementario a las obras en papel, cuya edición aún está muy lejos de desaparecer en un futuro próximo. Según datos del sector, la venta de libros en formato electrónico podría llegar a los tres millones de obras en 2015, aproximádamente el 8% de la producción editorial nacional.
La implantación del IVA específico viene acompañada de la presentación de la Biblioteca Digital Hispánica, una web dependiente de la Biblioteca Nacional en la que los internautas podrán adquirir obras en castellano gracias a la colaboración de más de 90 editoriales. De momento hay ya 630 obras clásicas en esta página y se prevé que pronto superen las 1.300, a medida que vayan incorporándose otras editoriales. La nueva web acompaña a otros proyectos incipientes, como leqtor.com o amabook.com, pero la realidad es que aún es muy complicado encontrar 'best sellers' en formato electrónico y en castellano. Grupo Planeta, por ejemplo, se afana en llenar de contenidos su proyecto de digitalización de libros electrónicos, pero otras editoriales como Anagrama o Tusquets aún desconfían del nuevo formato, amenazado por el fantasma de la piratería como en su día lo estuvo la industria discográfica.
Mientras la oferta de libros electrónicos en inglés es prácticamente universal e incluye las novedades editoriales más recientes, las obras en castellano no disfrutan de la misma situación. Al tiempo que el sector editorial despierta a esta nueva realidad, en Internet ya pueden encontrarse versiones piratas de 'best-sellers' como la última novela de Dan Brown o la saga 'Millenium' de Stieg Larsson. En cualquier caso, los aficionados a las descargas ilegales harían bien en no frotarse aún las manos. Los libros electrónicos pirateados muestran, en la mayor parte de los casos, problemas de visualización o erratas derivadas de errores de lectura en los programas de reconocimiento de textos. La gran preocupación de las editoriales no son estas obras pirateadas chapuceramente, sino la puesta en común 'online' de libros editados de forma oficial una vez se les hayan arrancado sus licencias de protección de derechos de autor. De momento esta opción aún es una incógnita y gran parte de la respuesta dependerá de si las editoriales son capaces o no de ofrecer a los lectores una forma cómoda y, sobre todo, económica de acceder a las obras de nuevo cuño.
Formato universal
Otro de los grandes problemas del sector es la ausencia de un formato universal para libros electrónicos. A falta de estándar, los 'eReaders' actuales optan por ser capaces de leer muchos formatos distintos. Amazon pretende que su 'Kindle' se convierta en una especie de 'iPod' del mundo de las letras, pero la competencia es muy fuerte y la inminente feria mundial CES de electrónica de consumo nos traerá muchas novedades al respecto que podrían dejar obsoletos los modelos actuales. Los rumores apuntan a que la propia Apple trabaja también en un dispositivo que combine la capacidad de leer libros electrónicos con funciones como la telefonía o el vídeo. Otros gadgets, como la 'PSP' de Sony, el 'iPhone' o los móviles con sistema operativo Android, también comienzan a integrar herramientas que permiten leer libros electrónicos con la incomodidad, eso sí, que supone una pantalla LCD de alto brillo y tamaño pequeño.
Por el momento, el mejor consejo que se puede dar sobre lectores de libros electrónicos es esperar unos meses hasta que las mejores opciones se asienten por sí solas en el mercado y los editores tengan tiempo de adaptar su cadena de producción para que, nada más salir un nuevo libro, los usuarios de 'eReaders' también puedan comprarlo 'online' sin verse obligados a dominar el inglés o acudir a las redes P2P.
Cómo funcionan
Técnicamente, un lector de libros electrónicos o 'eReader' es un pequeño dispositivo de bolsillo equipado con una pantalla del tamaño de la hoja de un libro. Muchos consumidores ven con malos ojos la idea de leer en una pantalla pero, a diferencia de los portátiles, los móviles u otros equipos de alta tecnología, las pantallas de los 'eReaders' no son convencionales. Están basadas en una tecnología llamada tinta electrónica, apenas emiten luz que moleste a los ojos y consumen muy poca energía, por lo que pueden utilizarse durante muchas horas antes de tener que recargar las baterías. En líneas generales, la sensación de lectura de estas pantallas es mucho más cercana a leer un papel plastificado que a una pantalla de ordenador. Pensados para leer periódicos o libros, la práctica totalidad de las pantallas de estos dispositivos son monocromas y su calidad depende de la cantidad de niveles de gris que sean capaces de reconocer. Para pasar páginas simplemente hay que tocar la pantalla o pulsar un botón. Además, buena parte de los 'eReaders' permiten subrayar los textos o hacer anotaciones mediante un pequeño teclado Qwerty.
Una vez nos hacemos con un lector de libros electrónicos, la segunda parte es llenarlo con obras literarias de nuestro gusto. Estas obras son archivos digitales en diferentes formatos, algunos universales, como el PDF, y otros específicos de cada dispositivo. El más extendido, por el momento, es el epub. Estos libros virtuales se compran a través de Internet y se guardan en la memoria del dispositivo. Algunos 'eReaders' disponen de conexión Wi-Fi para adquirir las obras directamente desde el lector, mientras que otros necesitan conectarse a un PC mediante USB para trasvasar los libros descargados en el ordenador. El proceso es exactamente igual que lo que se hace para cargar de música los reproductores de MP3. De todas maneras, la conectividad de los eReader es, a día de hoy, poco útil por la falta de material para descargar. 2010 es el año cero de los 'eReaders', pero tendrán que pasar todavía meses antes de que la lectura en libros de plástico y silicio se convierta en algo cotidiano para los ciudadanos de a pie.
Un mercado difícil
Los fabricantes de equipos electrónicos están encantados con la salida al mercado de sus 'eReaders'. No ocurre lo mismo con los creadores de contenidos. Los sectores más conservadores de la industria editorial ven con auténtico terror la llegada del libro electrónico. La razón esgrimida para este rechazo es el eterno coco de la piratería, el tan mitificado hombre del saco de la industria cultural.
Sea por desconocimiento o por mera demagogia, las editoriales no tienen mucho que temer del eMule u otros métodos de compartir archivos en la red. La primera razón es una cuestión de uso del producto. Un internauta que se descarga ilegalmente cien canciones puede consumirlas en una tarde de viaje en autobús y disfrutarlas una y otra vez. El consumo de libros es infinitamente más lento y cien libros durarían más de un año al lector más ávido. Año en el que, por otra parte, seguirían saliendo novedades. Además, la pereza es un factor determinante. Grabar un archivo de música o una película es fácil. Grabar un libro poco común que nunca ha sido digitalizado requiere de un esfuerzo titánico de escaneo página a página, reconocimiento de textos y montaje, un proceso que minimizará la entrada de las mafias de la piratería 'top manta' en el sector editorial.
Fuera ya de razones prácticas, los libros electrónicos que se están comenzando a publicar están dotados de licencias DRM que impiden su préstamo indiscriminado. Independientemente del dispositivo que adquiera, el consumidor se va a encontrar con la desagradable sorpresa de que no compra una obra física que pueda dar o regalar a su antojo, sino un archivo electrónico asociado a una licencia de uso individual que sólo podrá prestar a una persona o, según el caso, a ninguna.
Más allá de la piratería la auténtica razón del rechazo de la industria editorial al libro electrónico es bien distinta. Al igual que ocurre con los MP3, los consumidores no están dispuestos a pagar lo mismo por un archivo digital que por un objeto físico y eso se traduce en unos márgenes de beneficio mucho más pequeños para los editores e intermediarios. La propia tienda online Amazon, pionera en la venta de 'eBooks' para su lector 'Kindle', pierde una media de dos euros con cada libro electrónico que vende. Se supone que, en unos años, la mayor demanda de libros electrónicos compensará estas pérdidas, pero eso es algo que aún está por llegar. Por otra parte, el mercado de los 'eBooks' depende mucho de la agilidad que tengan las editoriales a la hora de publicar sus obras en formato electrónico. Cuanto más se tarde en facilitar al consumidor el hallazgo de sus libros preferidos en Internet, más tentado estará ese consumidor de acudir a redes P2P o páginas de descarga ilegal de obras.
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