Fuente: ALT1040
Fecha: 06 de julio de 2010
URL: www.alt1040.com
Federico Erostarbe
Últimamente se viene diciendo que este es el año de los e-books y las ventas de libros electrónicos en el iPad y el buen momento que está atravesando el Kindle de Amazon (además del Nook de Barnes and Noble) lo prueban. Pero de acuerdo a un estudio realizado por Jakob Nielsen, la gente todavía lee más rápido libros de papel y no se trata de un problema de acostumbramiento. El estudio consistió en darle a leer a 24 personas un relato de Ernest Hemingway en cuatro soportes distintos: un PC, un Kindle, un iPad y un libro. El tiempo de lectura promedio de quienes leyeron el libro de papel fue de aproximadamente 17 minutos, un 6,2% más rápido que en el iPad y un 10,7% que en el Kindle (me sorprendió el hecho de que el iPad quede segundo, a pesar de no tener “tinta electrónica”). Además se solicitó a los participantes que valoraran la experiencia de lectura y en este caso se podría hablar de un triple empate, pues quedaron el iPad con 5,8, Kindle con 5.7 y el libro con 5.6, muy lejos los tres de la PC, mal valorada por la pésima experiencia de lectura que ofrece.
En cuanto a los motivos dados por los participantes para explicar los datos finales, se repetió una consideración bastante obvia pero importante: leer un libro impreso es más relajante que un dispositivo electrónico. Y, si me disculpan, voy a confesar que prefiero los libros de verdad, creo que se equivoca el camino en toda la discusión digital vs. papel al compararla con por ejemplo la industria discográfica. Hay algo acerca de los libros, de la experiencia de leer un libro, que más allá de que pueda ser emulada al 100% por un dispositivo electrónico, es distinta. Por ejemplo Ray Kurzweil (uno de los últimos hombres renacentistas), quien básicamente espera llegar vivo al 2029 para poder transferir su conciencia a un ordenador y a pesar de crear recientemente la plataforma para dispositivos de lectura Blio, ha dejado en claro su preferencia por los libros impresos.
Además, recientemente leí que el verdadero cambio no es entre “modos de lectura” y tecnología si no que se trata del advenimiento de una cultura del acceso en contraposición a la tradicional cultura de la posesión. Y aquí entra en juego (a mi rescate) BookCrossing, una verdadera red social/biblioteca 2.0 en la que los usuarios comparten los libros con el mundo. ¿Tienes ganas de leer un libro en particular? Lo buscas y si alguien lo tiene disponible se lo pides, así de simple. ¿Y cuando lo terminas de leer? O lo devuelves o se lo pasas a otra persona, pero lo más probable es que no te lo quedes, pues además puedes liberar los libros en cualquier lugar para que alguien lo encuentre. Cada libro cuenta con una etiqueta y un código de identificación y, al ingresarlo en el sitio web, nos lleva a su historia y los comentarios que han dejado sobre él sus previos lectores. Como miembro de BC red he enviado y recibido libros a países como Canadá, Estados Unidos, Alemania y Grecia y he liberado una buena porción. Es decir, lo que importa no es la posesión sino el acceso, pero el soporte sigue siendo el tradicional y anticuado libro de papel.
Es habitual hacer comentarios apocalípticos y en cierto sentido tecnófilos como “los libros van a desaparecer”, pero como ya dije al principio, no creo que la situación sea similar a la de la industria discográfica. La experiencia de lectura es radicalmente distinta a la de escuchar un disco y vaya si no hay diferencia alguna entre escuchar un mp3 de calidad en unos iPod conectado a unos parlantes de calidad y escuchar un CD. No voy a negar que continuarán aumentando las ventas de libros electrónicos y de dispositivos como el Kindle ni voy a negar tampoco la utilidad que representan en enorme cantidad de situaciones. Simplemente pienso por un lado que la lectura de un libro impreso tiene un plus y creo que en todo caso falta mucho para que se haga realidad el “fin del libro de papel”. El estudio de Jakob Nielsen no diche mucho al respecto, pero no por nada la gente lee más rápido en ellos. Quizás reste todavía algo de trabajo para que perfeccionen la tinta digital y la emulación de la experiencia y quién dice, quizás la experiencia me haga cambiar de opinión, no será la primera ni la última vez que suceda. Por ahora, me quedo con la magia y el olor de un libro impreso.
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