
Fuente: El comercio digital
URL: http://www.elcomerciodigital.com
26-10-2009
SERGIO SÁNCHEZ COLLANTES INVESTIGADOR EN EL DEPARTAMENTO DE HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO
INTERNET El babilónico proyecto de la Biblioteca Digital Europea se puso en marcha en noviembre de 2008 y nada más presentarse se colapsó por los millones de visitas recibidos, que triplicaron las previsiones. Se dijo entonces, por cierto, que los fondos españoles representaban un miserable 1,4%.
L A digitalización de prensa histórica y su accesibilidad a través de internet avanzan a un ritmo galopante. Hace ya tres años largos que, en esta misma columna, aplaudíamos el estreno virtual de la Hemeroteca de Gijón. La encomiable iniciativa tardó pocos meses en aumentar sus fondos con cabeceras utilísimas para la investigación de la historia contemporánea de Asturias, por ejemplo, 'El Noroeste' (1897-1936). Desde hace algún tiempo, sin embargo, mantiene invariable el número de títulos.
En compensación, la Biblioteca Virtual del Principado de Asturias ha incorporado más de treinta revistas y periódicos de distintas épocas, como los gijoneses 'La Opinión' (1877-1880), 'El Norte de Asturias' (1886-1888) o 'Don Braulio' (1913). Se puso en marcha hace un año, pero el sistema de consulta que le han instalado, a diferencia del utilizado por la de Hemeroteca Gijón -¿mejorable, pese a todo?- resulta menos útil. En efecto, no sirve para realizar búsquedas de términos concretos en todos los documentos a la vez: el llamado «reconocimiento óptico de caracteres» es un lujo que hace muy pocos años hubiera sonado a ciencia ficción, pero hoy constituye una realidad técnica cuyo desaprovechamiento sólo pueden explicar la ignorancia y la torpeza. Encontrar agujas tipográficas en el pajar de internet puede ser fácil o agotador en función del sistema de búsqueda instalado; aunque ninguno, téngase en cuenta, es infalible ni debe sustituir las pesquisas manuales.
Fuera de Asturias, un buen número de proyectos similares al de la Hemeroteca de Gijón han sido impulsados por otros centros de documentación, instituciones culturales y empresas. Sobresale particularmente la Biblioteca Nacional, cuyos fondos digitalizados, en expansión constante desde su nacimiento en marzo de 2007, son buena prueba de la revolución que se vive en este campo. En volumen, nada tiene que envidiarle la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del Ministerio de Cultura, puesta en funcionamiento meses antes y sucesivamente ampliada, pero con la desventaja de no permitir las citadas búsquedas y rastreos masivos. Aseguran sus responsables que pronto subsanaran el defecto; la Biblioteca Virtual del Principado de Asturias debería tomar ejemplo.
Y los avances continúan. Últimamente se ha presentado la hemeroteca digital de 'Abc'. No es la hemeroteca de cualquier diario, ya que para el investigador ningún periódico que tiene más de un siglo de vida lo es; su antigüedad los convierte en una fuente cuya buena conservación y accesibilidad siempre son de celebrar. La flamante iniciativa permite realizar consultas desde 1891 y de manera gratuita. Sus fondos comprenden tanto la revista 'Blanco y Negro', nacida ya en 1891, como el periódico 'Abc', fundado en 1903. El sistema de búsqueda es, además, muy conveniente.
Desde luego, podrían multiplicarse los ejemplos de proyectos similares. Por no hablar de las iniciativas equivalentes que han sido alentadas fuera de España. O de los intentos de coordinación transnacional, que han dado un ambicioso fruto, como es la Biblioteca Digital Europea. Tan babilónico proyecto se puso en marcha en noviembre de 2008 y nada más presentarse se colapsó por los millones de visitas recibidos, que triplicaron las previsiones. Se dijo entonces, por cierto, que los fondos españoles representaban un miserable 1,4%, en tanto que los de Francia, por ejemplo, copaban la mitad: hay deudas históricas que siguen pagándose aun cuando se piensa que las han enjugado las ilusorias cifras macroeconómicas.
Es necesario recordar que las fuentes hemerográficas utilizadas en la investigación de la historia de Asturias no deben limitarse a los periódicos editados antaño en la región. De hecho, para iluminar algunos periodos del siglo XIX ni siquiera es posible disponer de ellos; o bien porque no existían o se han perdido, o bien porque los retienen las celosas manos de anticuarios y coleccionistas suspicaces. En tales casos es factible disminuir esas lagunas, siquiera parcialmente. ¿Cómo? Recurriendo a las cabeceras que se imprimían en Madrid, sobre todo, pero también a las que se ajustaban en otras localidades. Todas ellas contienen dispersas pero valiosas alusiones a nuestra región. Por eso, los proyectos que hacen accesibles los fondos hemerográficos de otras provincias, evitando costosos y molestos viajes, resultan esenciales para conocer mejor la historia de Asturias. Huelga decir que si los sistemas de búsqueda no son los apropiados, es decir, los más eficaces y los que ofrecen más posibilidades, jamás se rentabilizarán plenamente las inversiones hechas.
D e un tiempo a esta parte, lo que los especialistas llaman trabajo heurístico, es decir, la búsqueda o investigación de fuentes o documentos históricos, se ha redefinido de forma sustancial. Naturalmente, el buen investigador ha de seguir ensuciando las manos, descifrando legajos, conviviendo con los ácaros y desplazándose para conseguir encontrar lo que busca. Al igual que los buenos gestores deben seguir velando por el correcto estado del patrimonio documental aunque haya sido digitalizado. Lo que obliga a recordar, por enésima vez, la situación de los fondos hemerográficos otrora depositados en la Cámara de Comercio gijonesa; un tesoro patrimonial que hoy sufre los efectos de un largo desamparo en los bajos de la Universidad Laboral, en las afueras del casco urbano, donde tanto sirvieron a la investigación asturiana y saciaron la curiosidad de los espíritus inquietos.
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