Fuente: Analítica
URL: http://www.analitica.com
País:
19.01.2010
Por: María José Atienzar
“Quisiera pasarme de mi estación y seguir leyendo un poco más”, dice una joven que viaja en un vagón de metro hasta su lugar de trabajo, sumergida en ese mundo paralelo que ofrece una buena novela. Leemos más de lo que parece.
Si hacemos caso de las estadísticas, podemos caer en un pesimismo absurdo. Nos dan porcentajes de cuánto nos hemos gastado cada ciudadano en los regalos de navidad o en las rebajas. Pero muchos no nos vemos reflejados en esa tiranía de las cifras. Algo así sucede con los datos que muestran los editores sobre la lectura de prensa y la de libros. Hay fríos datos, pero también hay propuestas reales y creativas.
Existe una relación directa entre los índices de lectura y la utilización de transporte público, como las personas se desplazan a trabajar cada día en metro, autobús o tren. Emplean el viaje de la mañana en leer el periódico y el de regreso a casa por la tarde, en leer libros.
Si contamos el tiempo que invertimos cada día en el transporte público, al final de una semana nos salen varias horas. No tienen porqué ser tiempo perdido. Además de escuchar música, estudiar idiomas, ojear y hojear el periódico, e incluso observar a la gente que entra y sale del vagón, cada vez más personas dedican ese tiempo a leer un buen libro. Es frecuente encontrar a personas que van leyendo alguno de los numerosos periódicos gratuitos que se entregan a la entrada del metro. También es fácil encontrar a Borges, Baroja, Vargas Llosa, Ken Follet, Almudena Grandes, Salinger, Vázquez Montalbán, o a Pérez Reverte ilustrando numerosas portadas de libros “viajeros”.
En el Metro de Madrid se pusieron en marcha hace 5 años unos Bibliometros que ofrecen a los usuarios la posibilidad de hacer más amenos sus viajes gracias a la lectura de más de 60.000 títulos de que disponen. Se trata de un servicio gratuito de préstamo de libros que pueden encontrarse en once de las más transitadas estaciones. La idea es acercar los libros a los ciudadanos de forma directa, para crear hábitos lectores y promover la lectura. Para poder usar el servicio, solo es preciso tener un carnet gratuito que te hacen al momento en cualquier Bibliometro y que también sirve en las bibliotecas públicas de la ciudad.
Más del 10% de la población española lee o descarga literatura a través de Internet. Una de las posibilidades es la de los libros electrónicos por fascículos. Si tienes un teléfono móvil multimedia o un correo electrónico puedes recibir cada mañana una pequeña entrega. Se trata sobre todo de libros que no tienen derechos de autor. Por ejemplo, de una obra clásica como Moby Dick o Los Miserables, que nunca encontraste tiempo para leerlos. Desde una página web, por un pequeño precio de suscripción, puede llegarte una ‘dosis cotidiana’ del libro elegido. Son correos electrónicos o mensajes diseñados para ser leídos en cinco minutos.
Los datos son fríos. Según el Barómetro 2009 de Hábitos de Lectura y Compra de Libros, de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), el índice de lectura de libros en España ha bajado más del 2% en un año situándose en el 54,6%. La edad, el sexo y el nivel de estudios son tres factores decisivos que favorecen el hábito lector en España. Las mujeres lectoras son casi un 60%, y superan a los hombres (51%) en todos los tramos de edad, y en cada nivel de estudios.
La industria editorial en España mueve anualmente cerca de 4.000 millones de euros, y da empleo a más de 30.000 personas. Las 873 empresas editoriales agrupadas en la FGEE representan cerca del 95% del sector y a lo largo de 2008 vendieron más de 240 millones de libros y editaron más de 70.000 títulos.
El tiempo que invertimos en leer, además de entretenimiento y cultura, nos aporta libertad. Por eso, mientras haya un 45% de la población que asegura no leer casi nunca, la gente ha encontrado otras formas de acercarse a los libros.
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