Fuente: El Clarín
URL:http://www.clarin.com
02.02.2010
En una columna sobre el escritor brasileño Rubem Fonseca, Tomás Eloy Martínez decía que "en el horizonte de la historia, los hombres terminan por ser su obra antes que ellos mismos". Martínez falleció este domingo, con una obra que lo convirtió en la voz de Perón (La novela de .) o en uno de esos hombres fascinados por el temblor que arrastraba consigo el cadáver de Evita en Santa Evita. "Toda la vida le preguntaron por ellos, por lo mismo", contaba ayer su hijo, Ezequiel Martínez, mientras recordaba los últimos días de su padre, la voluntad de que se mantengan juntas su biblioteca y su archivo y la convicción de que tenía que terminar una última historia.
A lo largo de su carrera, Martínez acumuló apuntes, notas y grabaciones que fueron la materia prima de sus libros. La idea es que ese archivo -que tiene joyas como la grabación de las memorias que le dictó Juan Domingo Perón durante su exilio español- y su biblioteca pasen a una fundación que llevará su nombre. "Hay archivos, materiales de investigación, todo lo de Santa Evita y La novela de Perón, grabaciones e incluso toda su correspondencia. El quería que se mantuviera junto todo ese material, ahora falta la sede", cuenta Ezequiel Martínez. La idea de su padre era que la fundación promoviera su obra y la de autores jóvenes de la Argentina y Latinoamérica. Uno de los principales proyectos es una beca de tres o cuatro meses para que escritores jóvenes, con una novela avanzada, puedan dedicarse por completo a terminar sus obras.
Pese a la enfermedad, Tomás Eloy Martínez trabajó hasta el último día en una novela. "La había empezado hace un año y medio. Aunque le costaba y me decía que lo que antes le llevaba una hora ahora le tomaba diez, esperó a terminar ese libro para irse tranquilo", cuenta su hijo. En este texto, el escritor revisa diferentes relatos en torno del Olimpo. La novela conecta el Olimpo de los caprichosos dioses griegos con la majestuosa ciudad olímpica que proyectó Adolf Hitler junto a Albert Speer y, de ahí, pasa al centro de detención Olimpo, una de las salas de tortura que activó la última dictadura en plena ciudad de Buenos Aires.
El hombre que se inició en el periodismo como corrector de La Gaceta de Tucumán y llegó a dirigir redacciones tan prestigiosas como la del semanario Primera Plana, deja también dos proyectos relacionados con su trabajo periodístico y conferenciante. El primero es una recopilación de ensayos sobre literatura. El otro, un libro que reuniría su mirada internacional del mundo: crónicas y columnas sobre temas políticos.
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